(Publicado en la Revista de Fiestas Patronales de 2010)
Enlazando con los artículos publicados en las dos últimas entregas de esta revista (“Llerena en 1808” y “Llerena en 1809”), abordamos a continuación los sucesos acaecidos en esta ciudad durante 1810. Para ello, nuevamente nos encontramos con las dificultades ya presentadas en la elaboración de los dos artículos anteriores; es decir, la total ausencia de documentos relativos a la Guerra de la Independencia en los expoliados archivos de Llerena y el carácter genérico e inespecífico de las informaciones dadas sobre la citada ciudad en las grandes obras y cronicones publicados sobre dicha guerra. Por ello, y como en los casos anteriores, hemos de basarnos en datos recogidos en los archivos municipales de tres de los pueblos del entonces partido de Llerena (Guadalcanal, Valencia de las Torres y Valverde de Llerena), donde se localizan esporádicos decretos y órdenes recibidas a través de Llerena y procedentes de la Junta Superior (órgano colegiado que ostentaba la máxima autoridad del reino), de la Junta Suprema de Extremadura (órgano colegiado de rango inferior al anterior y que se encargaba más directamente de los asuntos de la guerra en esta provincia) y de los cuarteles generales del ejército español, además de las instrucciones y otras normativas en las que entendía la Junta Patriótica de Llerena, subsidiaria de las anteriores.
Antes de adentrarnos en 1810, parece necesario resumir lo ya relatado sobre Llerena entre el 2 de Mayo de 1808 y finales de1809:
- En primer lugar, hemos de considerar que en esta ciudad, como cabecera de un amplio partido, se había constituido una Junta Patriótica a primeros de Junio de 1808, con facultades políticas y administrativas en la misma y en los 45 pueblos del partido que encabezaba.
- Que en el desarrollo de sus competencias, la citada Junta Patriótica (constituida mayoritariamente por miembros del clero, de la inquisición y de las familias llerenense más poderosos) se encontró con la declarada enemistad, enfrentamientos por asuntos de competencia y, en ocasiones, rebeldía del gobernador de turno (primero Camborda y después Muñoz Santiago), su alcalde mayor (Amat) y de la práctica totalidad de los regidores perpetuos llerenense, representados y encabezados por Matías Cebrián. Ya en 1810, estos desencuentros hemos de centrarlos muy especialmente en el pulso que mantuvieron el inquisidor Riesco , como presidente de la Junta Patriótica de Llerena, y el gobernador Muñoz Santiago, quitándole el primero al segundo el patronazgo y los derechos pecuniarios inherentes a la obra pía instituida por el capitán Fernández Barba a finales del XVII .
- Por último, resaltar que hasta la primavera de 1810 los llerenenses sólo habían conocido y sufrido los efectos indirectos de la guerra (reclutamiento de soldados, impuestos extraordinarios, petición de avituallamientos para la tropa…), pero no los directos, pues durante la invasión francesa que sufrió una parte del partido de Llerena en la primavera de 1809, los gabachos no llegaron a entrar en la ciudad.
Sobre esta última cuestión sabemos que los franceses se retiraron de las proximidades de Llerena en Mayo de 1809, centrándose a partir de entonces los acontecimientos bélicos más notables en Portugal y en el norte de la Península. Pero a principios de 1810, controlada por los invasores la práctica totalidad de la zona septentrional de España, el pesimismo se apoderó de nuestros antepasados, una vez conocidas las intenciones del enemigo por ocupar Extremadura y Andalucía, operaciones que acometieron con extraordinario éxito y sin apenas resistencia. En efecto, los gabachos avanzaron desde zonas más norteñas decididamente sobre Extremadura, bajo el mando del mariscal Massena, apoderándose de Olivenza el 22 de Enero e iniciando el cerco a Badajoz el 26 de dicho mes. Al mismo tiempo, el 20 de Enero y bajo el mando del mariscal Soult, los invasores penetraron por Despeñaperros, ocupando sin apenas resistencia la totalidad de Andalucía en menos de un mes, salvo el fortín de Cádiz, que nunca llegaron a controlar. Concretamente y en lo que más afectó a Llerena, el primero de Febrero los franceses se apoderaron de Sevilla, pero no se conformó Soult con esta ocupación, sino que puso sus ojos inmediatamente sobre Cádiz (ciudad a donde definitivamente tuvo que trasladarse la Junta Central Suprema del Reino y que ya quedó cercada el 6 de Febrero) y sobre la plaza fortificada de Badajoz, enclave ya sitiado desde zonas norteñas por Massena y que resistía heroicamente al acoso francés. Fue, por tanto, a partir de esta fecha cuando empezó a actuar por nuestra zona el 5º Cuerpo del ejército francés o del Mediodía, cuyos efectivos atravesaban reiteradamente las tierras del partido de Llerena por diferentes rutas para, desde Sevilla, reforzar el cerco de Badajoz.
En definitiva, las comarcas sureñas de la actual provincia de Badajoz se convirtieron por entonces en una zona de paso para la columna móvil francesa, en su continuo desplazamiento entre Sevilla y Badajoz, deteniéndose en los pueblos de la ruta sólo para repostar, avituallarse y descansar. En ese continuo discurrir, tanto en un sentido como en el contrario, los franceses utilizaron indistintamente dos vías confluentes en Zafra: una por Cantillana, Constantina-Cazalla, Guadalcanal, Llerena y Zafra para proseguir hasta Badajoz o viceversa, y la otra por el Ronquillo, Santa Olaya, Monesterio, Fuente de Cantos y Zafra. Sobre este particular, Gómez Villafranca nos ofrece una serie de documentos que demuestran este tráfico continuo y, además, nos confirma que no fue fácil para los franceses, pues con frecuencia fueron incomodados por la guerrilla española, nunca en forma de batalla abierta, pero sí mediante acciones puntuales de sorpresa .
Naturalmente, estas circunstancias ocasionaron grandes perjuicios a las poblaciones afectadas, pues en su paso los invasores requerían cuantos suministros necesitaban. No obstante, es preciso advertir que en los primeros meses de 1810 lo prioritario para el ejército francés del Mediodía fue el cerco de Badajoz, la defensa de Sevilla y el acoso a Cádiz, no teniendo en absoluto la menor intención de dispersar sus efectivos ocupando y supervisando la gobernación de Llerena y de los pueblos de las rutas descritas, ni la de los que les eran próximos. Esta actuación se constata al comprobar que dichos pueblos seguían mayoritariamente con su rutina administrativa, recibiendo órdenes y decretos de las distintas administraciones españolas a través de Llerena, como si no estuviese ocurriendo nada en sus alrededores. Por ejemplo, en los archivos municipales de los pueblos consultados encontramos entre Enero y finales de Abril de 1810 actas de plenos capitulares redactadas en papel acuñado con el sello de Carlos IV, aunque con la correspondiente convalidación para el reinado de Fernando VII, además de proclamas en defensa del soberano, la religión y la patria, así como cuadernos de órdenes y decretos recibidos a través de Llerena. Gracias a estos documentos se constata indirectamente la presencia de la administración española en Llerena y los pueblos de su partido, al menos hasta los primeros días de Mayo del año que nos ocupa (Docs. nº 1, 2 y 3)
A partir de esta última fecha los franceses, cambiando de táctica, decidieron tomar y asentarse en los pueblos que más le convenían. Así, en el caso concreto de Guadalcanal, desde el 11 de Mayo la administración francesa determinó gobernar dicha villa según su propia legislación, de tal manera que en las actas capitulares de esta villa santiaguista y extremeña aparecen reflejados continuos y asfixiantes requerimientos de dinero, equipamientos, comidas y medios de transporte para los ejércitos franceses, circunstancias de lo que respetuosamente se quejaban los miembros del Ayuntamiento, haciéndose eco de las airadas protestas de la vecindad.
Y esta situación es la misma que suponemos para Llerena y otras poblaciones de su partido hasta la primavera de 1812, fecha en la que los franceses abandonaron definitivamente esta zona. No obstante, la ocupación enemiga durante 1810 no fue perfecta o plena, pues existieron determinadas fechas en las que, bien por que les convenía -de acuerdo con sus tácticas y estrategias- o por que se vieran forzados a ello ante la presión de los aliados (la coalición, cada vez más comprometidas, de españoles, ingleses y portugueses), los franceses abandonaron en repetidas ocasiones la ciudad, tal como intentamos poner de manifiesto con los documentos que se adjuntan como anexos.
En efecto, entre Mayo y Septiembre de 1810 no encontramos en los archivos municipales de los pueblos del partido de Llerena órdenes españolas tramitadas desde Llerena. Por lo tanto, no sólo esta ciudad sino la mayor parte de la zona sur, central y oriental de la actual provincia de Badajoz debió estar ocupada por los franceses, que intencionadamente permanecieron por aquí para aprovechar la época veraniega y hacer acopio de cereales y paja, sin que por ello dejase de ser incordiados por efectivos de los aliados.
Fruto de esta presión, y demostrando la ya anunciada ocupación imperfecta u ocasional de la ciudad por parte de los franceses, tenemos referencias de que en Llerena existió un paréntesis intermedio, concretamente durante la primera quincena de Julio, fechas en las que los pueblos de la zona que nos ocupa quedaron nuevamente bajo la administración española, que se gobernaban siguiendo las instrucciones, órdenes o decretos recibidos desde Llerena (Doc. nº 5) Estas disposiciones principalmente tenían como finalidad reclutar soldados y exigir dineros y enseres para sus avituallamientos , objetivos que no pudieron cumplirse, pues a principios de Agosto ya estaban otra vez los franceses por la zona, emprendiendo cierta acción en Fuente de Cantos (1/08/10) y reinstalándose en Llerena. Y en esta ciudad permanecieron hasta recibir refuerzos de Sevilla con miras a cortar el paso al ejército español denominado de la izquierda, que bajo el mando del marqués de la Romana pretendía por aquellas fechas y desde Extremadura atacar y liberar la ciudad hispalense. Sin embargo, los franceses, conocedores de estas intenciones, entendieron que les era mejor defender a Sevilla en Extremadura, provocando el encuentro del 11 de Agosto en Cantalgallo, en las proximidades de Llerena. Esta batalla, junto a la de la Albuera, fue una de las más cruentas de las emprendidas en la Baja Extremadura, sorprendiendo y derrotando los franceses a los más de diez mil efectivos españoles comandados por el marqués de la Romana y los generales Ballesteros, Cuesta, Imaz y Mendizábal, que todos ellos estuvieron implicados en la derrota (Doc. nº 6) .
Poco después, confirmando la superioridad enemiga en las batallas a campo abierto, el 14 y 15 de Septiembre volvieron a derrotar a los españoles y aliados en Fuente de Cantos , circunstancia que determinó la retirada de la coalición de la zona, yendo unos efectivos hacia el oeste y la mayoría, al mando del marqués de la Romana, hacia Portugal, a donde acudieron para apoyar a ingleses y portugueses en la defensa de la línea de Torres Vedrás. Siguieron sus pasos los franceses, centrándose, por lo tanto, la confrontación en Portugal y en el eterno asedio a Badajoz. Esta circunstancia motivó un nuevo desalojo de Llerena y su zona de influencia por parte del enemigo, siendo Matías Cebrián López (uno de los regidores perpetuos díscolo y crítico con las actuaciones de los miembros de la Junta Patriótica, a los que desautorizó aliado con los otros regidores perpetuos y con Antonio Muñoz, el gobernador) quien se hizo con el poder en la ciudad, circunstancia de la que hacía gala cuando trasmitía ordenes superiores a los pueblos del partido, en calidad “de la omnímoda real jurisdicción de Llerena y su partido, por legítima elección” (Docs. nº 8 y 11).
A juzgar por los decretos tramitados y firmados por Matías Cebrián, parece ser que desde finales de septiembre de 1810, y hasta finales de Diciembre de 1810, Llerena y la práctica totalidad del partido quedó nuevamente bajo la administración españolas, circunstancia que se aprovechó para seguir insistiendo en el reclutamiento y alistamiento iniciado en los primeros días de julio que, como ya se dijo, no pudo llevarse a cabo por la inmediata reocupación francesa. Igualmente se aprovechó la ausencia del enemigo para solicitar más avituallamiento para la tropa, “teniendo atención a que los valientes soldados no deben carecer de lo necesario y teniendo en cuenta que los pueblos que lo sostienen (donde estaba en cada momento el cuartel general y las distintas divisiones) padezcan lo menos… por ello se ha elaborado un plan con toda meticulosidad para que todos los pueblos del partido de Llerena contribuyan y no sólo donde están los cuarteles, excluyendo por ahora a varios de ellos por los perjuicios que les han causado nuestros pérfidos enemigos, los que he visto y han excitado mi compasión… los pueblos, con los medidas que estimen oportuna trasportarán un día para tres las raciones asignadas, y no distraerse continuamente en sus labores. Y los de Guadalcanal, Valverde de Llerena, Ahillones, Berlanga, Azuaga, Granja, Magulla y Campillo harán una remesa anticipada de ocho días y, concluyendo esta seguirán con el mismo orden… ”
La situación de Llerena durante el otoño de 1810 fue algo más complicada de lo indicado en el párrafo anterior, pues en determinados momento tuvieron que soportar la presencia de los franceses (Docs. nº 9 y 10 ). Es decir, los enemigos no se retiraron de la zona plenamente, sino que, aunque con pocos efectivos, siguieron desplazándose entre Sevilla y Badajoz, incomodando en determinadas ocasiones al vecindario de los pueblos de la ruta.
Para finalizar, anticipándonos a los acontecimientos de 1811, hemos de advertir que la relativa tranquilidad que afectó a Llerena y al resto de los pueblos del partido durante el otoño de 1810 cambió bruscamente al iniciarse 1811. En estas fechas el mariscal Soult penetró en Extremadura, desde Sevilla, con dos objetivos: tomar de forma definitiva la ciudad fortificada de Badajoz, sitiada prácticamente sin interrupción desde Marzo de 1810, y atraerse así a parte de los efectivos españoles que en la línea defensiva de Torres Vedrás contenían a la fuerzas de Massena en su intento de apoderarse de Lisboa”.
El primero de los objetivos se consiguió el 11 de Marzo de 1811, tras la polémica rendición de la exhausta ciudad de Badajoz, paradigma de la resistencia española y cuya capitulación representó un golpe de efecto que facilitaría el control francés de la mayor parte de Extremadura, como así fue hasta finales del verano de 1812.
Enlazando con los artículos publicados en las dos últimas entregas de esta revista (“Llerena en 1808” y “Llerena en 1809”), abordamos a continuación los sucesos acaecidos en esta ciudad durante 1810. Para ello, nuevamente nos encontramos con las dificultades ya presentadas en la elaboración de los dos artículos anteriores; es decir, la total ausencia de documentos relativos a la Guerra de la Independencia en los expoliados archivos de Llerena y el carácter genérico e inespecífico de las informaciones dadas sobre la citada ciudad en las grandes obras y cronicones publicados sobre dicha guerra. Por ello, y como en los casos anteriores, hemos de basarnos en datos recogidos en los archivos municipales de tres de los pueblos del entonces partido de Llerena (Guadalcanal, Valencia de las Torres y Valverde de Llerena), donde se localizan esporádicos decretos y órdenes recibidas a través de Llerena y procedentes de la Junta Superior (órgano colegiado que ostentaba la máxima autoridad del reino), de la Junta Suprema de Extremadura (órgano colegiado de rango inferior al anterior y que se encargaba más directamente de los asuntos de la guerra en esta provincia) y de los cuarteles generales del ejército español, además de las instrucciones y otras normativas en las que entendía la Junta Patriótica de Llerena, subsidiaria de las anteriores.
Antes de adentrarnos en 1810, parece necesario resumir lo ya relatado sobre Llerena entre el 2 de Mayo de 1808 y finales de1809:
- En primer lugar, hemos de considerar que en esta ciudad, como cabecera de un amplio partido, se había constituido una Junta Patriótica a primeros de Junio de 1808, con facultades políticas y administrativas en la misma y en los 45 pueblos del partido que encabezaba.
- Que en el desarrollo de sus competencias, la citada Junta Patriótica (constituida mayoritariamente por miembros del clero, de la inquisición y de las familias llerenense más poderosos) se encontró con la declarada enemistad, enfrentamientos por asuntos de competencia y, en ocasiones, rebeldía del gobernador de turno (primero Camborda y después Muñoz Santiago), su alcalde mayor (Amat) y de la práctica totalidad de los regidores perpetuos llerenense, representados y encabezados por Matías Cebrián. Ya en 1810, estos desencuentros hemos de centrarlos muy especialmente en el pulso que mantuvieron el inquisidor Riesco , como presidente de la Junta Patriótica de Llerena, y el gobernador Muñoz Santiago, quitándole el primero al segundo el patronazgo y los derechos pecuniarios inherentes a la obra pía instituida por el capitán Fernández Barba a finales del XVII .
- Por último, resaltar que hasta la primavera de 1810 los llerenenses sólo habían conocido y sufrido los efectos indirectos de la guerra (reclutamiento de soldados, impuestos extraordinarios, petición de avituallamientos para la tropa…), pero no los directos, pues durante la invasión francesa que sufrió una parte del partido de Llerena en la primavera de 1809, los gabachos no llegaron a entrar en la ciudad.
Sobre esta última cuestión sabemos que los franceses se retiraron de las proximidades de Llerena en Mayo de 1809, centrándose a partir de entonces los acontecimientos bélicos más notables en Portugal y en el norte de la Península. Pero a principios de 1810, controlada por los invasores la práctica totalidad de la zona septentrional de España, el pesimismo se apoderó de nuestros antepasados, una vez conocidas las intenciones del enemigo por ocupar Extremadura y Andalucía, operaciones que acometieron con extraordinario éxito y sin apenas resistencia. En efecto, los gabachos avanzaron desde zonas más norteñas decididamente sobre Extremadura, bajo el mando del mariscal Massena, apoderándose de Olivenza el 22 de Enero e iniciando el cerco a Badajoz el 26 de dicho mes. Al mismo tiempo, el 20 de Enero y bajo el mando del mariscal Soult, los invasores penetraron por Despeñaperros, ocupando sin apenas resistencia la totalidad de Andalucía en menos de un mes, salvo el fortín de Cádiz, que nunca llegaron a controlar. Concretamente y en lo que más afectó a Llerena, el primero de Febrero los franceses se apoderaron de Sevilla, pero no se conformó Soult con esta ocupación, sino que puso sus ojos inmediatamente sobre Cádiz (ciudad a donde definitivamente tuvo que trasladarse la Junta Central Suprema del Reino y que ya quedó cercada el 6 de Febrero) y sobre la plaza fortificada de Badajoz, enclave ya sitiado desde zonas norteñas por Massena y que resistía heroicamente al acoso francés. Fue, por tanto, a partir de esta fecha cuando empezó a actuar por nuestra zona el 5º Cuerpo del ejército francés o del Mediodía, cuyos efectivos atravesaban reiteradamente las tierras del partido de Llerena por diferentes rutas para, desde Sevilla, reforzar el cerco de Badajoz.
En definitiva, las comarcas sureñas de la actual provincia de Badajoz se convirtieron por entonces en una zona de paso para la columna móvil francesa, en su continuo desplazamiento entre Sevilla y Badajoz, deteniéndose en los pueblos de la ruta sólo para repostar, avituallarse y descansar. En ese continuo discurrir, tanto en un sentido como en el contrario, los franceses utilizaron indistintamente dos vías confluentes en Zafra: una por Cantillana, Constantina-Cazalla, Guadalcanal, Llerena y Zafra para proseguir hasta Badajoz o viceversa, y la otra por el Ronquillo, Santa Olaya, Monesterio, Fuente de Cantos y Zafra. Sobre este particular, Gómez Villafranca nos ofrece una serie de documentos que demuestran este tráfico continuo y, además, nos confirma que no fue fácil para los franceses, pues con frecuencia fueron incomodados por la guerrilla española, nunca en forma de batalla abierta, pero sí mediante acciones puntuales de sorpresa .
Naturalmente, estas circunstancias ocasionaron grandes perjuicios a las poblaciones afectadas, pues en su paso los invasores requerían cuantos suministros necesitaban. No obstante, es preciso advertir que en los primeros meses de 1810 lo prioritario para el ejército francés del Mediodía fue el cerco de Badajoz, la defensa de Sevilla y el acoso a Cádiz, no teniendo en absoluto la menor intención de dispersar sus efectivos ocupando y supervisando la gobernación de Llerena y de los pueblos de las rutas descritas, ni la de los que les eran próximos. Esta actuación se constata al comprobar que dichos pueblos seguían mayoritariamente con su rutina administrativa, recibiendo órdenes y decretos de las distintas administraciones españolas a través de Llerena, como si no estuviese ocurriendo nada en sus alrededores. Por ejemplo, en los archivos municipales de los pueblos consultados encontramos entre Enero y finales de Abril de 1810 actas de plenos capitulares redactadas en papel acuñado con el sello de Carlos IV, aunque con la correspondiente convalidación para el reinado de Fernando VII, además de proclamas en defensa del soberano, la religión y la patria, así como cuadernos de órdenes y decretos recibidos a través de Llerena. Gracias a estos documentos se constata indirectamente la presencia de la administración española en Llerena y los pueblos de su partido, al menos hasta los primeros días de Mayo del año que nos ocupa (Docs. nº 1, 2 y 3)
A partir de esta última fecha los franceses, cambiando de táctica, decidieron tomar y asentarse en los pueblos que más le convenían. Así, en el caso concreto de Guadalcanal, desde el 11 de Mayo la administración francesa determinó gobernar dicha villa según su propia legislación, de tal manera que en las actas capitulares de esta villa santiaguista y extremeña aparecen reflejados continuos y asfixiantes requerimientos de dinero, equipamientos, comidas y medios de transporte para los ejércitos franceses, circunstancias de lo que respetuosamente se quejaban los miembros del Ayuntamiento, haciéndose eco de las airadas protestas de la vecindad.
Y esta situación es la misma que suponemos para Llerena y otras poblaciones de su partido hasta la primavera de 1812, fecha en la que los franceses abandonaron definitivamente esta zona. No obstante, la ocupación enemiga durante 1810 no fue perfecta o plena, pues existieron determinadas fechas en las que, bien por que les convenía -de acuerdo con sus tácticas y estrategias- o por que se vieran forzados a ello ante la presión de los aliados (la coalición, cada vez más comprometidas, de españoles, ingleses y portugueses), los franceses abandonaron en repetidas ocasiones la ciudad, tal como intentamos poner de manifiesto con los documentos que se adjuntan como anexos.
En efecto, entre Mayo y Septiembre de 1810 no encontramos en los archivos municipales de los pueblos del partido de Llerena órdenes españolas tramitadas desde Llerena. Por lo tanto, no sólo esta ciudad sino la mayor parte de la zona sur, central y oriental de la actual provincia de Badajoz debió estar ocupada por los franceses, que intencionadamente permanecieron por aquí para aprovechar la época veraniega y hacer acopio de cereales y paja, sin que por ello dejase de ser incordiados por efectivos de los aliados.
Fruto de esta presión, y demostrando la ya anunciada ocupación imperfecta u ocasional de la ciudad por parte de los franceses, tenemos referencias de que en Llerena existió un paréntesis intermedio, concretamente durante la primera quincena de Julio, fechas en las que los pueblos de la zona que nos ocupa quedaron nuevamente bajo la administración española, que se gobernaban siguiendo las instrucciones, órdenes o decretos recibidos desde Llerena (Doc. nº 5) Estas disposiciones principalmente tenían como finalidad reclutar soldados y exigir dineros y enseres para sus avituallamientos , objetivos que no pudieron cumplirse, pues a principios de Agosto ya estaban otra vez los franceses por la zona, emprendiendo cierta acción en Fuente de Cantos (1/08/10) y reinstalándose en Llerena. Y en esta ciudad permanecieron hasta recibir refuerzos de Sevilla con miras a cortar el paso al ejército español denominado de la izquierda, que bajo el mando del marqués de la Romana pretendía por aquellas fechas y desde Extremadura atacar y liberar la ciudad hispalense. Sin embargo, los franceses, conocedores de estas intenciones, entendieron que les era mejor defender a Sevilla en Extremadura, provocando el encuentro del 11 de Agosto en Cantalgallo, en las proximidades de Llerena. Esta batalla, junto a la de la Albuera, fue una de las más cruentas de las emprendidas en la Baja Extremadura, sorprendiendo y derrotando los franceses a los más de diez mil efectivos españoles comandados por el marqués de la Romana y los generales Ballesteros, Cuesta, Imaz y Mendizábal, que todos ellos estuvieron implicados en la derrota (Doc. nº 6) .
Poco después, confirmando la superioridad enemiga en las batallas a campo abierto, el 14 y 15 de Septiembre volvieron a derrotar a los españoles y aliados en Fuente de Cantos , circunstancia que determinó la retirada de la coalición de la zona, yendo unos efectivos hacia el oeste y la mayoría, al mando del marqués de la Romana, hacia Portugal, a donde acudieron para apoyar a ingleses y portugueses en la defensa de la línea de Torres Vedrás. Siguieron sus pasos los franceses, centrándose, por lo tanto, la confrontación en Portugal y en el eterno asedio a Badajoz. Esta circunstancia motivó un nuevo desalojo de Llerena y su zona de influencia por parte del enemigo, siendo Matías Cebrián López (uno de los regidores perpetuos díscolo y crítico con las actuaciones de los miembros de la Junta Patriótica, a los que desautorizó aliado con los otros regidores perpetuos y con Antonio Muñoz, el gobernador) quien se hizo con el poder en la ciudad, circunstancia de la que hacía gala cuando trasmitía ordenes superiores a los pueblos del partido, en calidad “de la omnímoda real jurisdicción de Llerena y su partido, por legítima elección” (Docs. nº 8 y 11).
A juzgar por los decretos tramitados y firmados por Matías Cebrián, parece ser que desde finales de septiembre de 1810, y hasta finales de Diciembre de 1810, Llerena y la práctica totalidad del partido quedó nuevamente bajo la administración españolas, circunstancia que se aprovechó para seguir insistiendo en el reclutamiento y alistamiento iniciado en los primeros días de julio que, como ya se dijo, no pudo llevarse a cabo por la inmediata reocupación francesa. Igualmente se aprovechó la ausencia del enemigo para solicitar más avituallamiento para la tropa, “teniendo atención a que los valientes soldados no deben carecer de lo necesario y teniendo en cuenta que los pueblos que lo sostienen (donde estaba en cada momento el cuartel general y las distintas divisiones) padezcan lo menos… por ello se ha elaborado un plan con toda meticulosidad para que todos los pueblos del partido de Llerena contribuyan y no sólo donde están los cuarteles, excluyendo por ahora a varios de ellos por los perjuicios que les han causado nuestros pérfidos enemigos, los que he visto y han excitado mi compasión… los pueblos, con los medidas que estimen oportuna trasportarán un día para tres las raciones asignadas, y no distraerse continuamente en sus labores. Y los de Guadalcanal, Valverde de Llerena, Ahillones, Berlanga, Azuaga, Granja, Magulla y Campillo harán una remesa anticipada de ocho días y, concluyendo esta seguirán con el mismo orden… ”
La situación de Llerena durante el otoño de 1810 fue algo más complicada de lo indicado en el párrafo anterior, pues en determinados momento tuvieron que soportar la presencia de los franceses (Docs. nº 9 y 10 ). Es decir, los enemigos no se retiraron de la zona plenamente, sino que, aunque con pocos efectivos, siguieron desplazándose entre Sevilla y Badajoz, incomodando en determinadas ocasiones al vecindario de los pueblos de la ruta.
Para finalizar, anticipándonos a los acontecimientos de 1811, hemos de advertir que la relativa tranquilidad que afectó a Llerena y al resto de los pueblos del partido durante el otoño de 1810 cambió bruscamente al iniciarse 1811. En estas fechas el mariscal Soult penetró en Extremadura, desde Sevilla, con dos objetivos: tomar de forma definitiva la ciudad fortificada de Badajoz, sitiada prácticamente sin interrupción desde Marzo de 1810, y atraerse así a parte de los efectivos españoles que en la línea defensiva de Torres Vedrás contenían a la fuerzas de Massena en su intento de apoderarse de Lisboa”.
El primero de los objetivos se consiguió el 11 de Marzo de 1811, tras la polémica rendición de la exhausta ciudad de Badajoz, paradigma de la resistencia española y cuya capitulación representó un golpe de efecto que facilitaría el control francés de la mayor parte de Extremadura, como así fue hasta finales del verano de 1812.